El rececho de cabra montés es una de las cacerías más emocionantes y auténticas de las que pueden practicarse en España. Una especie exclusiva y de las más emblemáticas de nuestro país y que despierta el interés de los amantes del rececho de alta montaña, tanto a aficionados nacionales como extranjeros. De hecho, es una especie con un altísimo valor cinegético mundial, cuyo trofeo único en el mundo es codiciado por cazadores de todos los rincones del globo.
La cabra montesa es un bóvido de menor tamaño que un ciervo y que presenta una complexión fuerte y robusta. El peso de los machos adultos puede llegar a alcanzar los 110 kg, mientras que las hembras varían alrededor de los 40 kg. Una altura a la cruz de 90 cm en el macho y 65 cm en la hembra.
Posee una cornamenta grande, sin ramificar, que se desvía ligeramente hacia atrás, siendo en la hembra más pequeña y delgada. Su pelaje es de color pardo grisáceo por el dorso y blanco por la barriga, pero lo cierto es que va variando a lo largo del año. El hocico es algo más corto que en la cabra doméstica y su color de pelo varía desde el gris parduzco al pardo claro. La presencia de la barba en los machos, su mayor corpulencia y la enorme extensión de manchas negras, que son diferentes en las hembras.
Puede encontrarse principalmente en zonas de boques y matorrales de alta y media montaña como la Sierra de Gredos, Sierra Nevada, Puertos de Tortosa-Beceite, Serranía de Ronda y Muelas de Cortes. En función de las necesidades del propio cazador, se llevará a cabo en una zona u otra.
¿Cuál es la mejor época para los recechos de cabra montés?
En cuanto a la época, se inicia con los primeros fríos de octubre, justamente cuando esta especie comienza su celo, el cual se extiende hasta el mes de enero. Es en este momento cuando lo grandes ejemplares salen de sus remotos refugios estivales y se dejan ver con mayor facilidad, ya llevando su característico pelaje negro de invierno. Los machos se comportan agresivamente entre ellos y luchan por las hembras. Se levantan sobre las patas traseras, entrechocando las cuernas al caer. El ganador se hace con un pequeño harén que abandona tras el apareamiento.
Es una especie de hábitos diurnos en invierno y se va haciendo más nocturna conforme avanza el verano. Tímida y tranquila, posee un olfato y un oído extraordinarios. Además, se encuentra dotada para caminar entre rocas y saltar por paredes prácticamente verticales o incluso cubiertas por el hielo.
Consejos para la caza del macho montés
Las garantías de éxito a la hora de abatir a un macho montés son totales, ya que antes de proceder, los cotos suelen seleccionar las mejores zonas para que los cazadores puedan cumplir sus objetivos cinegéticos. Las zonas de caza son muy diferentes, ya que para poder cazar un macho montés hay que tener en cuenta sus necesidades y el tipo de trofeo. No obstante, la gran población de cabra montesa que hay en los últimos años hace que sea posible abatir incluso varias hembras en el mismo día de caza. Eso sí, no está de más tener en cuenta los siguientes consejos.
A la hora de dar caza al macho montés, lo primero que tenemos que evitar es que nos vean. En función de la época del año, la hora y el lugar, actuaremos de una forma u otra, recordando que en los meses más fríos estos animales pasan más tiempo moviéndose, reduciéndola según van aumentando las temperaturas. En primavera tendremos que ver de amanecer y anochecer en el monte, mientras que en otoño, podemos caminar todo el día en busca de los machos.
Además, es importante que no se realicen asomadas al filo de cantos y farallones donde podamos ser avistados con facilidad. Lo ideal es buscar árboles y arbustos donde consigamos pasar desapercibidos. Generalmente, nuestros movimientos tendrán que ser lentos y silenciosos, de modo que nuestra presencia no sea percibida por el entorno. Si nos comportamos de esta forma, algunas veces tendremos la oportunidad de sorprender a algunos ejemplares a corta distancia.
Cuando tengamos localizado al ejemplar que queremos abatir, tendremos que valorar el trofeo para estar seguros de que se ajusta a nuestros requerimientos. Para ello, es fundamental observar todos los movimientos del animal. Un catalejo con trípode incluido puede ayudarnos a ahorrar mucho tiempo y aclararnos algunas dudas. Cuando lo tengamos claro, estudiaremos los pasos a seguir para acercarnos. Será entonces cuando debamos valorar la distancia adecuada para disparar. La valoración del posible comportamiento o de las querencias posibles tendrá que ser sopesado en función de nuestro rececho, ya que si estamos careando, nos comportaremos de un modo diferente que si estamos sesteando.