El jabalí es un animal que se adapta perfectamente a todo tipo de hábitats, desde secarrales hasta estepas y bosques de montaña, soportando tanto el frío como el calor. Además, dado su carácter oportunista, el abandono rural y el crecimiento del bosque en las últimas décadas ha hecho que dispongan de alimento y refugio, lo que les ha llevado a colonizar la totalidad de la Península Ibérica y que su caza se haya convertido en una necesidad para regular a las poblaciones.
La cuestión es que, debido a su comportamiento desconfiado y a su astucia, la caza del jabalí se convierte en un verdadero desafío y en uno de los mayores retos con los que puede encontrarse un cazador a lo largo de su vida.
Tipos de modalidades
Los diversos escenarios, tanto en lo que respecta al relieve como a su cuantía, han hecho que en nuestro país se hayan desarrollado distintas modalidades de caza de jabalí en función de las diferentes circunstancias. Algunas únicas en el mundo y otras dignas de protección como costumbres culturales antropológicas. Aunque las más populares son las batidos o resaques norteños con sabuesos y otros perros de rastro y la montería tradicional.
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Caza de jabalí por montería
La montería es una modalidad de caza que requiere de un alto nivel organizativo debido a la gran variedad de posturas que participan en ella. Normalmente son más de 25 cazadores, por lo que se necesita una mayor cantidad de rehalas, perreros, postores, arrieros y demás figuras encargadas de ayudar a las posturas.
Para poder practicar esta modalidad de caza, se requiere de una superficie mínima de 250 hectáreas de monte a batir y solamente en terrenos donde la caza sea abundante. De lo contrario, no resulta rentable.
Caza de jabalí por batida
La batida suele practicarse de forma excepcional y requiere de una autorización especial para llevarse a cabo. Por lo general, suele realizarse en terrenos no declarados, como cotos de caza, y donde los titulares lo exigen por cuestiones relacionadas con el ganado, la agricultura o porque la finca se ha visto afectada por el acceso de jabalíes.
Además, deben reunirse una serie de condiciones, como el hecho de no poder llevarse a cabo más de una vez al año por cada 250 hectáreas de superficie, o que se requiera un mínimo de 9 cazadores para que dicho permiso se conceda.
Caza de jabalí por gancho
Se practica cuando el terreno es pequeño o la caza no es muy abundante. Parecida a la montería pero a menos escala y mucho más flexible. El grupo de cazadores suele ser inferior a los 25 puestos y son auxiliados por un máximo de 4 rehalas formadas por unos 20 o 25 entre levantadores y perros de rastro.
La ventaja es que no precisa de tanta organización ni preparativos como la montería, lo que hace que sea más dinámica. Con lo cual, es más idónea para zonas de monte donde la caza sea menos abundante, del mismo modo que la cantidad de caza sea menos abundante. Pero también cuando se quiere planificar una jornada de cacería de manera rápida y sin muchas complicaciones.
Caza de jabalí por espera
Se trata de la modalidad de caza que más esfuerzo mental requiere, ya que el cazador debe pasar horas solamente en el campo, interpretando las conductas y sonidos de todos los animales que pasan por su puesto para poder llevar a cabo un descarte hasta dar con su objetivo. No obstante, no siempre tiene por qué ser un trofeo, sino que muchas veces se hace en base a otros intereses, como la reducción de poblaciones.
Caza de jabalí a rececho
Esta modalidad es más individualizada, ya que no requiere de adornos para disfrutar de una buena organización, pero sí mucha perseverancia y paciencia, pues cuanto más se espere mayores son las posibilidades de obtener un buen trofeo.
Para recechar a un jabalí, lo primero que debemos hacer es buscarlo, lo que puede llevar varios días. Algunos cazadores incluso desisten antes de encontrar la pieza. Por este motivo, es fundamental conocer muy los hábitos y el comportamiento del jabalí, y estar muy atento a las pistas para encontrarlo.