Nuestros antepasados ya lo tenían claro, la carne de caza de los animales en libertad era la más rica y sabrosa. Peor no solamente la buscaban por su delicioso sabor, sino también porque les proporcionaba muchos más beneficios de lo que pensaban.
La carne de caza siempre ha sido un suculento manjar, muy natural y destinado en muchos momentos de la historia a los paladares gourmet. No en vano, era la afición preferida de muchos reyes europeos. Y en los últimos años ha experimentado un gran resurgir, convirtiéndose en uno de los manjares más apreciados de nuestra gastronomía.
De hecho, muchos de los grandes chefs de nuestro país la ofrecen en las cartas de sus restaurantes, llegando a convertirse en una verdadera tendencia culinaria por sus excelentes cualidades tanto en calidad como a sabor. Un producto exclusivo de delicioso sabor y con el que pueden prepararse platos tanto de toda la vida como con toques de vanguardia.
La carne de caza es un alimento muy natural, ya que se obtiene de animales que viven en total libertad, cuya dieta está basada exclusivamente en lo que encuentran en los montes, por lo que es un alimento 100% ecológico y sostenible, completamente respetuoso con el medio ambiente, ya que en su obtención no ha intervenido ningún tipo de químico. Esto hace, además, no solo que se mantenga todo su sabor natural, sino también que sea mucho más beneficiosa para la salud.
¿Qué beneficios aporta la carne de caza?
Al disfrutar de un plato de carne de caza, estaremos aportando a nuestro organismo los siguientes beneficios:
1. Una carne muy saludable
La carne de caza es un plato muy sano con una alta concentración de nutrientes, mayor que la que se obtiene a través de las carnes de granja. Proporciona numerosos minerales, vitaminas y proteínas necesarias para gozar de buena salud.
Además, posee un contenido muy bajo de grasas, ya que el animal está constantemente realizando ejercicio físico en lugar de estar recluido en una granja. Con lo cual, incluso es recomendable en dietas hipocalóricas para perder peso. Aporta más proteínas pero menos calorías, por lo que es perfecta para los entrenamientos musculares.
2. Una carne de gran calidad
Tanto la carne de caza en sí misma como sus derivados son alimentos de gran calidad, pues ya alimentación de estos animales está totalmente libre de químicos, fármacos o productos artificiales procedentes de técnicas de engorde.
Su ingesta procede de los vegetales y animales que se encuentran dentro de su hábitat. Pero además, se encuentran totalmente alejados de la contaminación, pues crecen en un entorno natural alejado del estrés de las granjas.
3. El mejor sabor de nuestra tierra
Del mismo modo que la carne de caza forma parte de la tradición española, comer carne de caza permite disfrutar de una de las joyas gastronómicas de nuestro país. Una carne con una textura y un sabor únicos que permiten que disfrutemos de bocados incomparables. De color más oscuro y sabor intenso, no deja indiferente a nadie, por lo que seguramente quieras volver a repetir plato.
4. Precios asequibles
Aunque muchos consideran que la carne de caza tiene un coste elevado, lo cierto es que este tipo de carne suele tener un precio muy asequible, por lo que es apta para la mayor parte de los bolsillos, al menos para degustarla de vez en cuando.
5. Favorece el trabajo rural
Aunque los animales de los que se obtiene la carne de caza se encuentran en total libertad, es muy importante proteger y cuidar el entorno natural en el que viven, manteniendo los accesos, espacios y zonas de agua para evitar incendios, y fomentar el óptimo desarrollo de la actividad cinegética, lo que hace que el trabajo rural sea imprescindible. Pero además, permite conservar en óptimas condiciones los parajes naturales. Con el añadido de que el impacto de la caza en la naturaleza es mínimo.
6. Fomenta el equilibrio de nuestros bosques
Cuando consumimos carne de caza, también estamos ayudando a la naturaleza, ya que no estamos fomentando la expansión de las granjas de animales. Pero además, contribuimos al equilibrio del medio rural. Favorecemos el desarrollo de las especies salvajes al mismo tiempo que controlamos su número, pero sobre todo que gocen de buena salud. Es fundamental que los animales salvajes se encuentren en las mejores condiciones posibles.